Comunicar claramente. Contar una historia convincente sobre de dónde viene su equipo, hacia dónde se dirige y por qué. Fundamentalmente, debe poder transmitirse cómo encajan ellos en ese plan.
Demostrar equidad. Comunicar proactivamente el cuidado y el respeto por las personas que se tiene a cargo, con transparencia y coherencia. El favoritismo y la toma de decisiones opaca desmotivarán al equipo y conducirán a una cultura de autoprotección.
Comportarse con integridad. Actuar de acuerdo a los valores que se defienden, especialmente cuando hacerlo es costoso.
Ser auténtico. Ser honestos sobre los éxitos y las fortalezas, así como sobre las fallas y las debilidades. Y ser abiertos sobre quiénes somos, más allá de la vida profesional.
Poner a los demás primero. Dar el crédito a quien se lo merece y hacer sacrificios antes de pedirles a otros que lo hagan.
Liderar con propósito. Se espera influir en los demás, con un sentido de misión y significado. Por lo tanto, debe mostrarse que su motivación está al servicio de un objetivo mayor, en lugar de un objetivo más mundano.
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